"Nació..., un día de esos claros para todos los padres que tienen un hijo, estaban que rebozaban de felicidad. La alegría de ellos no cabía ya en el recinto. Así comenzó su existencia, fue creciendo como todos los demás niños, a paso normal; iba por el camino de la vida. Siempre supo para si que existía un Dios, pero solo eso, no llegó a darle más importancia de la que él suponía que merecía. Así transcurría su vida hasta que un día alguien le habló de Jesucristo, y le contó lo sublime de la obra redentora, de lo grandioso de la salvación. Él al oírlo supo que era verdad y creyó, pero solo no basta con creer sino que hay que abrirle la puerta del corazón a Cristo; pero él no lo hizo, dijo para sus adentros: “Aun no llega la hora de la muerte así que voy a disfrutar un poco mas de lo que ofrece la vida” y dando media vuelta siguió su camino como todos los demás. Pasaron los años y su éxito secular sobrepasó los límites así como también su naturaleza pecaminosa. Su conciencia se agi